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Bélgica, una generación dorada a punto de oxidarse

Cada vez que llega un Mundial o se abre una nueva Eurocopa desde hace ya varias ediciones surge la misma duda entre periodistas, aficionados y amantes del fútbol internacional. ¿Es Bélgica una candidata de verdad a ganar el mundial? ¿O se quedará de nuevo en ese limbo?

Analizando fríamente las razones que tienen los belgas para creer, hay muy pocos motivos para seguir pensando que pueden competir de verdad, una serie de fracasos internacionales han terminado mermando la confianza de un grupo que sabe que es bueno, que sabe que pueden ganar a cualquier, pero que también ha vivido decepción tras decepción, un cúmulo de malas experiencias que le han terminando condenando, sino al ostracismo, a seguir siendo esa selección candidata, ese quiero y no puedo, ese se abre una nueva ventana por la que no se puede colar.

Y es que Bélgica llevará a Qatar 2022 los últimos vestigios de su generación dorada, completará casi por completo ese círculo que ha sido tan bueno al que apenas han introducido a la nueva generación, confiando en una que, si no se ha hecho vieja, sí mayor. Porque Witsel ya no es ese centrocampista que deslumbraba a todos, Alderweireld no es el jefe de una zaga indetectable, y hombres como Carrasco o Lukaku parecen haber bajado tanto el nivel hasta el punto de cuestionarse si realmente pueden ser relevantes en un torneo tan corto donde el error penaliza tanto.

Mención aparte se merecen tres jugadores. Uno de ellos es Eden Hazard, quien estaba llamada a liderar esta selección, quien lo hizo durante años y quien podía ser la cabeza de cartel, con treinta y un años, de la culminación de la generación dorada, un equipo que se ha ido viniendo abajo casi a la par de la carrera de Eden Hazard, salvando las distancia, y que tiene al extremo del Real Madrid como titular más por nostalgia que por rendimiento, esa especie de ojalá vuelva sabiendo que se trata de un amor que lo más posible es que nunca vuelva.

Pese a todo eso, todavía hay mucha gente que sigue confiando en Bélgica, porque si algo se merece esta plantilla, incluyendo por supuesto al gestor y director de esta, Roberto Martínez, es que hay que seguir confiando en ellos. Aunque vayan a fallar de nuevo, aunque vuelvan a no poder superar ese enfrentamiento. Porque no importa que Lukaku llegue en un estado físico que es una incógnita por lo negativo, o que todo el mundo decida sacarlos de las quinielas. Saben lo que tienen que hacer y están dispuestas a hacerlo.

Porque la fe de Bélgica no es ciega, sino que es la confianza de quien sabe que tiene a dos de los mejores del mundo, en dos de las posiciones más comprometidas del fútbol. Courtois y Kevin De Bruyne, el nombrado mejor portero del mundo y el tercer mejor jugador en el ranking del Balón de Oro. Los dos llegarán en un momento de forma alucinante, los dos serán la guía de una selecciones que sabe donde agarrarse, sabe los hombros que lo pueden aupar y sobre todo, puede descansar tranquilo sabiendo que dos jugadores como ellos están en su bando.

Bélgica y el éxito, el éxito y Bélgica, la vida es de los valientes y Roberto Martínez siempre se ha caracterizado por serlo. ¿Son candidatos a ganar el mundial? Posiblemente no, posiblemente terminen dejando a la gente un poco frías, pero ¿quién va a perder la fe? Ellos, desde luego que no, van a presentarse en Qatar con la pluma en la mano, dispuestas a escribir de nuevo la historia.

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